En febrero de 2024 comenzará la tercera edición de las sesiones terapéutico-teóricas sobre las normas sexuales y relacionales en que vivimos, sobre las marginalidades que ellas crean y sobre la construcción de pareja como escuela de humanización.
En ellas analizaremos el porqué de la normatividad de los sexos y sus relaciones; haremos una revisión experiencial de las actitudes que nos marcan, y estudiaremos y desarrollaremos formas más humanas de posicionarnos en el mundo.
El trabajo es en grupo y en régimen de internado, para multiplicar la intensidad y las posibilidades de experimentación, conocimiento propio y de los demás, reflexión e intervención.
Serán impartidas por Maialen Isasti Arregi (pedagoga, psicóloga, sexóloga, experta en terapia transpersonal y terapia de pareja), con la colaboración de Alfredo Díaz Madrid (filósofo, sexólogo, experto en antropología de la sexualidad, terapia transpersonal y terapia de pareja).
Va dirigido a todo tipo de personas, individuos o parejas, de cualquier orientación o definición.
Historia y filosofía de los hombres y las mujeres, del sexo y la carne, del amor y el espíritu, y del sentido de la vida
Vivimos como hemos aprendido a vivir y sentimos como nos han educado a sentir. Vistas desde fuera, nuestras creencias, pensamientos y formas de vida pueden parecer razonables o descorazonadoras pero, acostumbrados a ellas, las sentimos como lo normal, en el doble sentido de habitual y de conformes a una norma, como lo que es y lo que debe ser, con una obligación que a menudo entendemos de origen trascendente o divino.
Aprendemos que lo normal es ser hombre o mujer, sin más alternativa, y entendemos, ya que las cosas son y deben ser así, que nosotros hemos de encajar en uno de esos dos grupos, y no sentir ese encaje se nos torna muy problemático. Cada sociedad ha desarrollado formas diferenciadas de ser, de sentir, de pensar, de obrar, de relacionarse y hasta de vestir para cada grupo y hacemos lo imposible por sentirnos incluidos en uno de ellos y que los demás nos vean en él. Esa bifurcación de lo humano se nos hace tan natural y normativa que nos resulta incomprensible e insultante que haya quienes digan no sentirse incluidos en ninguna de esas ramas, y negamos, las más de las veces con suma violencia, esa afirmación, como si nos fuese la vida en ello.
Además, nuestra historia ha escrito a fuego que las relaciones han de ser entre esos dos grupos y con el objetivo del mantenimiento de la especie, y ha blandido con furor justiciero a los Dioses o la Naturaleza contra cualquier otra posibilidad, como si, nuevamente, nos fuese la vida en ello.
¿Qué nos va en ello para que tantas religiones y culturas hayan cerrado filas en torno a esas normas?
Aceptamos como algo de la vida que parece no resultarnos extraño, que la atracción entre esos polos comience incontenible y acabe tantas veces mal. Nos preocupan mucho otros problemas, pero asistimos impávidos a la debacle generalizada de las relaciones, a la incomprensión y la guerra de los sexos, a la avaricia con que concedemos nuestra confianza y nuestra generosidad, y, sobre todo, al habitual no encontrar en el otro lo que en un momento nos extasió de él y nos movió a emprender un camino conjunto entre albricias y beneplácitos. El otro comienza siendo un objetivo y demasiadas veces acaba por ser un extraño, cuando no un enemigo o un mero mueble animado de la casa.
La humanidad ha intentado muchas formas para convivir con esa debacle, desde el matrimonio concertado hasta el matrimonio por amor. Pero lo habitual es que todas sucumban devoradas por una variedad interminable de dificultades que, pensándolo bien, no son lógicas en algo que la sabia Naturaleza, los buenos Dioses, nuestros amorosos progenitores o el mismísimo Amor dicen haber programado.
Echamos la culpa al otro, a misterios insondables de la vida o a la mala suerte y o bien nos resignamos o bien buscamos otra pareja o bien renunciamos para siempre o bien recurrimos a técnicas físico-psicológicas para espabilar el rescoldo, o a terapias para trabajar los caracteres individuales. Pero la guerra de los sexos sigue desatada e incontenible, con víctimas incontables. Hemos construido un diseño demencial con la sexualidad, las relaciones y el reparto de la vida y el valor entre los sexos. Con ese esquema vamos tirando siglo tras siglo al precio de deslustrar la ilusión de vivir que nos embarga de jóvenes. La generalidad de los varones se encuentran/pierden en sus actividades y las mujeres en sus hijos; ambos –con indiferencia de su orientación o definición− malviven en el sexo y en el amor, no consiguen lo que sueñan y se agotan en continuas y agrias peleas por tener la razón sobre el otro.
Consideramos que el sexo −y con él la carne y el hombre− es bajo, vil, sucio, perverso, violador, primitivo, demoníaco, regresivo, etc.; y que el amor −y con él e espíritu y la mujer− es celestial, elevado, evolucionado y evolutivo, una especie de sacramento a cuyo contacto todo, incluso el mismo sexo, queda redimido. Y no nos damos cuenta de la contradicción que supone que el hombre sea el dueño de la historia y el que enarbola los estandartes de las religiones, y a la vez lo más vil por su aceptada unión con el sexo y las sensaciones de la carne; y que la mujer sea lo más denigrado de lo humano y a la vez lo mejor de ello por su reconocida afinidad con el amor, las emociones y lo espiritual.
¿Puede una mujer obtener de un hombre toda la vida afectivo-emocional con que sueña?; ¿puede un hombre conseguir todas las mujeres que arrebatan salvajemente su mirada? Entonces ¿por qué sienten tanta sed del otro cuando éste no dispone del agua que pueda calmarla? ¿Qué está mal construido aquí? ¿Todos los hombres y mujeres que han leído las ansias anteriores se han sentido identificados en ellas? ¿No? Y sin embargo hay una única palabra para todos ellos –‘mujer’ u ‘hombre’− y una sola atracción –la mutua− para caracterizarlos, sin más posibilidades. Eso sigue siendo lo normativo; lo distinto de eso es maldad, desviación, enfermedad, locura o, como mínimo, mala suerte.
Vivimos mansamente entre contradicciones. A ningún tigre, hiena o mandril le ocurre nada parecido. ¿Qué mala china nos ha tocado a los humanos?; ¿de qué depende que las cosas sigan siendo así a despecho de buenas intenciones, educaciones o terapias y tecnologías sexuales y de pareja?
Con intención terapéutica e investigadora, en estas sesiones abordaremos esos interrogantes y encenderemos luces para esas perplejidades. Encontraremos en la historia respuestas para todos ellos y eso nos permitirá pensar procedimientos para salir de las trincheras de la guerra o la monotonía en que malvivimos, y dar vía libre a las vidas personales y relacionales que anhelamos. Diseccionaremos las definiciones del mundo de la sexualidad (sexo, sexos, mujer, hombre, amor, carne, espíritu, LGTBIQA+…) y las abriremos a nuevas posibilidades. Indagaremos en eso que llamamos vida sexual y descifraremos qué es lo que de verdad nos produce: unión, obligaciones, satisfacciones, envidias, vergüenzas, complejos, cansancio, secretos, desorientación…
Situaremos todo ello en la perspectiva de encontrar un sentido inmanente para la vida en la construcción de la humanidad como paso del Yo al Nosotros/Todos, donde el Otro, (personas, animales, mundo…) deja de ser un objeto a usar y pasa a constituir algo en sí. Entendemos que si queremos variar la dirección que llevamos debemos abandonar la forma de vida en que cada yo vive enfrentado a los demás yoes y empezar a pensar desde un Nosotros/Todos.
Presentaremos la Pareja de vida como un escenario adecuado para aprender ese Nosotros pues hace aflorar lo que le falta a mi evolución como ser humano: en el Dos de la Pareja el Otro se me mete hasta la cocina y me confronta con mi fondo, mis secretos, ideas, expectativas de vida y me fuerza a pensar, a desarrollar imaginación, voluntad, autoanálisis, autocrítica, paciencia, comprensión, humor, interdependencia, coimplicación, comunicación… cualidades que más nos vale que empiecen a formar parte del futuro… si es que queremos que haya alguno.
Informaciones prácticas
Las sesiones grupales ocuparán ocho fines de semana entre los meses de febrero a junio y de octubre a diciembre de 2024. Cada fin de semana comenzará los viernes a las seis de la tarde y terminará los domingos después de comer. El grupo será de dieciséis personas, mínimo, y veinte, máximo.
FECHAS:
Febrero: 9, 10 y 11
Marzo: 8, 9 y 10
Abril: 19, 20 y 21
Mayo: 24, 25 y 26
Junio: 14, 15 y 16
Octubre: 4, 5 y 6
Noviembre: 8, 9, y 10
Diciembre: 14, 15 y 16
LUGAR:
Casa rural Mokorreko, en Etxalar, Navarra
PRECIO:
ESTANCIA: 928 € (+ 10% de IVA). Incluye: pensión completa con desayuno, almuerzo, comida, merienda y cena, y alojamiento en habitaciones de dos, tres y una de cuatro personas.
CURSO: 1.900 €. Incluye: coste del curso más reserva de plaza, el trabajo de dos terapeutas, los contenidos teóricos de cada fin de semana −por escrito y en audio (vía correo electrónico)−, así como los materiales necesarios para las dinámicas.
Reserva de plaza:
Ingresar 150€ −que se descuentan del precio total− antes del 30 de octubre de 2023 en la Caixa, cuenta nº ES42 2100 3834 0102 0023 7038. En Concepto: nombre, apellidos y “Sesiones terapéuticas”; en Beneficiario: “Centro de Psicología Mundaiz”.
Se puede calibrar el contexto teórico que arropa esta actividad, en nuestra página web: https://www.abrumados.club.